martes, 22 de julio de 2008

bailando

¡Se siente tan bien! Es como estar enamorado. Los latidos de mi corazón recorren mi cuerpo desde los pies a la cabeza, la respiración se acelera, los labios dibujan una profunda e inevitable sonrisa que viene desde muy adentro, una energía vital me invade, la felicidad es tan evidente. Nunca imaginé que algo tan fácil pudiera hacerme sentir tan feliz.
Era bastante mala para esto del baile y como me sentía torpe lo hacía poco y sin mucho entusiasmo. Ahora entiendo porqué a tanta gente le encanta ir a bailar. Es un ejercicio que voy a realizar mas a menudo, es bien divertido. Probaré también con otros tipos de música, la primera vez me provocó escuchar reggae y me fué muy bien, hoy bailé con algo mas suave de Sting que me encanta. La música es vida: "música de paz, música de amor, música enfocada en proyectar buena intención..." ¡Viva la vida!

domingo, 20 de julio de 2008

el primer día

Ayer fue el primer día del curso de Reiki. Algunas de las cosas que vimos me parecía recordarlas, como si las supiera desde hace mucho mucho tiempo y las hubiera olvidado. Me agradó lo que conversamos y experimentamos este primer día, hay mucha sintonía con lo que ando buscando.
Lo que mas me impresionó fue salir a la calle de nuevo. Me sentía exactamente flotando. Los ruidos, el movimiento, las llamadas perdidas y la gente estaban allí pero no me tocaban, me hubiera encantado en ese momento estar en un lugar mas tranquilo. Empecé a caminar hacia el Parque Los Caobos, quería estar cerca de los árboles y la tierra. Me costó trabajo recordar que había ofrecido ir a una pequeña celebración en casa de una amiga esa tarde, así que cambié de rumbo y me fui a mi casa. También me agradaba refugiarme en mi hogar en esos momentos y por un momento lamenté haberme comprometido con mi amiga. Pero enseguida pensé que teníamos tanto tiempo distanciadas que sería una bonita oportunidad de reencuentro y que yo tenía toda la disposición de poner todo de mi parte para que la tarde resultara grata.
Le conté algo del curso a mi hija Alejandra, que me comentó que estaba mas bonita y que me brillaban los ojos. Igual en la reunión de mi amiga todos me comentaron que me veía muy bien aunque realmente no me había arreglado para nada. ¡Será la pura energía reiki!
La reunión estuvo cálida y divertida, pero igual me sentía un poco fuera de lugar, como si estuviera escuchando a distancia las conversaciones. Por algunos terribles breves instantes sentí que la deliciosa parrilla, el licor y el humo del cigarrillo me contaminaban. Por suerte esa sensación fue muy fugaz, aunque intuyo que volverá con mas fuerza en la medida en que avanzamos y tendré que ver que hago con estos placeres terrenales que tan ricos me parecen ahora, ja, ja, ja.

Escuchando mi cuerpo

Fue una experiencia muy profunda. Como estar soñando y a la vez despierta. Sentí, mas que escuchar, en dos o tres oportunidades mi nombre, no podría decir si lo pronunciaban otras persona o venía de mi misma. Comencé por mis pies y seguí hasta mi muslo izquierdo, allí me detuve en una pequeña cicatriz producto de una pequeña incisión médica para extraerme una aguja de coser que me enterré accidentalmente cuando tenía unos doce años. Obviamente es mi cuerpo y creí que era fácil conocerlo. Pero entonces me di cuenta que había olvidado la fractura de un huesecito del pies hace unos pocos años y las frecuentes torceduras de tobillo de tiempos mas lejanos. Me sorprendió que las hubiera olvidado ¡y caramba todas tenían que ver con las piernas!. Vinieron a mi memoria las circunstancias en que se habían producido todos estos "accidentes" y su relación con procesos emocionales internos (conflictos entre mis padres, insatisfacción con mi trabajo, miedo, relaciones amorosas que comenzaban). Coincide perfectamente con lo que plantea Luisa Hay en su libro Como sanar tu cuerpo. Esta experiencia me permitió aprender algo sobre mi misma, algo que sería difícil explicar con palabras, que viene de mi interior y que es muy importante y positivo para avanzar en este camino espiritual.
Luego vino un recorrido bastante fluido desde las piernas hasta el cuello, pero al llegar a la espalda no podía proseguir, era como si una fuerza invisible me detuviera. Intenté escuchar, creo que allí fue donde escuché mi nombre, la columna vertebral es hermosa, sin embargo los músculos a los lados estaban duros, tensos. Intenté seguir hacia la cabeza pero perdía la concentración y me sentía cansada. Se me ocurre ahora que quizás los músculos de mi espalda requerían mi atención y por eso se me hacía difícil seguir. Sentía además una especie de hormigueo escalofriado en todo el cuerpo. Cuando abrí los ojos me sentí muy descansada, muy relajada, con renovadas energías, como si hubiera dormido largo rato. Y me dí cuenta que sentía un poco de frio, algo bastante natural en esta mañana de domingo nublado.